Llevo 15 años (desde que nació mi hijo) con este cuerpo que reboza de felicidad.
He hecho de todo para intentar rebajar, que si la dieta Dukan, que si la dieta
de la alcachofa, de la patata, de la piña, la dieta de Montignac, la de los
puntos, con seguimiento médico, con dietista y sin nadie (tengo
un baúl repleto de dietas, a ver si algún día me voy a una playa de Menorca y
hago una hoguera liberadora con ellas). No os cuento las técnicas novedosas y
de última generación como mesoterapia, presoterapia , hidroterapia
adelgazante
que he probado, todo lo que
podáis imaginar y más.
Un montón de dinero gastado. ¡Ay! ¡Este viaje a
Australia tan deseado, ya estaría más que pagado!
Eso sí, todo natural, me da pánico el bisturí y meterme en un quirófano así
que por allí no he pasado. Menos mal.
Todas las dietas funcionaron perdía
10-15 kilos. Con las múltiples “terapias” lograba perder centímetros pero en
cuanto las abandonaba, el mantenimiento duraba 6 meses y al año volvía a caer y
a engordar los mismos kilos
siempre con
unos más (el famoso efecto rebote). El resultado son unos 30 kilos que me
sobran y
contra los que sigo luchando.
Pero que os voy a contar, si habéis aterrizado en este blog, es que
seguramente, estaréis siguiendo el mismo camino que yo y si no es el caso que
os sirva de advertencia.
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